Carlos Sorín

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Nació en 1944 en Buenos Aires, Argentina…

La idea de realizar un largometraje de ficción con actores no profesionales se le ocurrió a Carlos Sorín hace unos años mientras filmaba un comercial en el cual se narraba el impacto causado en un pequeño pueblo de la Patagonia por la instalación de un teléfono (el del paisano que decía “¡Hola vieja!, ¿a que no sabés de dónde te estoy hablando?”). Al arribar a ese poblado vio que la gran excitación que había entre sus habitantes se debía no tanto a la presencia de un equipo de filmación como a la llegada misma del teléfono. En ese instante, se dio cuenta que no tenía sentido filmar una representación de algo que tenía realmente frente a sus ojos, mandó a sus actores de vuelta a Buenos Aires y rodó con los pobladores, verdaderos protagonistas de la historia.

Luego de esta exitosa experiencia, bocetó tres historias junto al guionista Pablo Solarz y comenzó un casting por distintos lugares del territorio argentino. Una vez efectuada la primera selección, reescribieron el guión en función del elenco. De este modo, Historias mínimas nació como la exploración de uno de los distintos modos de encarar el tema de la representación de la realidad. Probablemente, la mayor diferencia entre un largometraje de ficción y un documental resida en el hecho de que la ficción maneja materiales que sólo existen para el film, mientras que los personajes y sucesos del documental tienen o tuvieron una existencia independiente del acto de filmar. Carlos Sorín puso en cuestión este límite al hacer que el actor y el personaje fueran la misma persona.

No es la primera vez que este director juega en los ambiguos y difumados bordes que separan a la ficción de la realidad. En su opera prima, La película del rey (1986) la historia de un director de cine y la historia del rey terminaban siendo una sola, la de una pasión compartida. Al año siguiente, filmó La era del ñandú, un documental apócrifo para el ciclo televisivo Ciencia y Conciencia. Tomando como punto de partida el famoso caso de la crotoxina (un medicamento que supuestamente curaba el cáncer), Sorín construyó un relato combinando una historia disparatada con los códigos del realismo televisivo, dando como resultado un sorprendente efecto de credibilidad en la audiencia.

Carlos Sorín  “Sólo me interesa un cine de perdedores”

Después de la excelente Historias Mínimas, Carlos Sorín ha vuelto a la Patagonia para rodar otra historia agridulce, entre el drama social y la comedia. Es la historia de Juan Villegas, ex-empleado de una gasolinera de 52 años que vaga por la Patagonia en busca de un trabajo. El azar le pondrá un valioso perro en su camino y su suerte, aunque sea temporalmente, cambiará. Bombón-El perro, una de las tres películas argentinas a competición en el Festival, comparte la misma sencillez argumental y los mismos criterios de rodaje que Historias mínimas, película que hace dos años recogió tres premios en el certamen donostiarra.

–En un primer momento, después del suceso inesperado de Historias mínimas, me propuse hacer una película totalmente distinta. Como para demostrar que podía tocar otros instrumentos de la orquesta. Pero al tiempo me dije por qué no hago la película que quiero. Y esa película era muy parecida a Historias mínimas. En muchas cosas: volver a la Patagonia, en tratar personajes simples, en volver a filmar a lo largo de una ruta. Aunque me digan que me repito, pensé que debía ser fiel a lo que quiero.

Cuota de verdad

–La realidad y la ficcíon se confunden hasta el punto de que los personajes comparten el mismo nombre que los actores. ¿Qué busca con este modo de crear historias?

–Trabajo, en general, con no actores. La condición para que puedan participar en el filme es que estén muy próximos a los personajes. Los elijo cuando el guión no está aún terminado y lo termino en función de las personas que he elegido. Busco esa cuota de verdad, de realidad que, a veces, es tan esquiva al cine. En términos generales, nadie simula ser otro, sino que hacen de sí mismos.

–Estos juegos entre realidad y ficcion, ¿no limitan su campo de acción como cineasta?

–No, al contrario, me siento muy estimulado por la propuesta. En general trabajo muy meticulosamente el guión, y soy muy fiel a él en lo que hace a su estructura. La respeto, pero sólo su estructura narrativa. El rodaje es totalmente aleatorio. La realidad se mete en la ficción constantemente y respeto sólo las intenciones de las escenas, no las palabras, no los textos. Creo que el guión y el montaje son etapas reflexivas, pero el rodaje debe ser totalemente intuitivo, es la etapa de creación neta. Si es caótico, mejor.

–¿Dónde encuentra a estos no-actores? ¿Ensaya mucho con ellos?

–Los castings son multitudinarios. Veo horas y horas de gente hablando a la cámara. Vamos por todo el país, ponemos avisos en la televisión, en la radio, cartelitos en los almacenes. Elijo por intuición, porque me parece que podría ser el personaje. Nunca ensayo. Filmo directamente, entre 50 y 60 tomas. Y a veces sólo hay una buena.

–¿Cree que cine minimalista es una definición adecuada para Bombón-El perro?

–Sí. Son historias pequeñas si las compara con las historias que tradiconalmente aborda el cine. Pero me he dado cuenta de que no hay historias pequeñas, depende siempre desde dónde se cuenten.

–Le atraen las historias de perdedores. ¿Por qué?

–No me interesa otro cine más que el que cuente historias de perdedores. No podría hacer una película sobre un empresario que le va bien, con una familia encantadora, una empresa próspera y que juega al tenis los fines de semana. Y dentro de los perdedores, el desocupado es el mayor de todos. Porque aparte del tema de la comprensible urgencia económica y de supervivencia, hay un conflicto mucho más de fondo. Es como sentirse descartado del mundo, la esencia misma del perdedor.

–En su forma de rodar, concede gran importancia al primer plano y a los silencios. ¿Con qué intención?

–La fuerte presencia de los primeros planos se debe a que trabajo en un paisaje muy atractivo y no quiero hacer una película paisajista. Por otro lado es una reacción a mi formación publicitaria, donde todo es decorativo. Creo que el verdadero paisaje es el rostro. Es el paisaje del alma. Mis personajes no se caracterizan por frases memorables, por eso apuesto por el rostro, los gestos, los silencios. Los silencios son habituales en la Patagonia.

–El humor está presente incluso en las escenas más dramáticas.

–Voy a confesarle que siempre creo que he hecho una comedia cuando termino el filme. Después resulta que no. Que puede ser una comedia, pero, en todo caso, ambigua. Que lo emotivo resulta ser más importante de lo que imaginaba. Por otro lado no puedo librarme de una visión algo burlona. Algún día voy a hacer una comedia como Dios manda…

La película “El perro”, de Carlos Sorín, ganó dos premios en el 26 festival de cine de los “3 Continentes” de la localidad francesa de Nantes, en la que “Una de dos”, del también argentino Alejo Taube, obtuvo el premio especial del jurado.

La cinta de Sorín obtuvo el Montgolfiere de Plata, segundo galardón más importante del Festival, mientras que Juan Villegas fue elegido como mejor actor por su interpretación en el film de un desempleado que se gana la vida vendiendo cuchillos hechos a mano.

Carlos Sorín cuenta historias de desocupados

Carlos Sorín quiere hacer un cine en el que el espectador tenga que deducir qué les pasa a los personajes. BUENOS AIRES, (Télam).- El cineasta Carlos Sorín, autor de celebrados filmes como “Historias mínimas” y “La película del rey”, prevé estrenar en setiembre próximo su nuevo largometraje “El perro”, que con un elenco integrado por personas sin formación actoral y un perro dogo indaga, en clave de comedia, en los angustiantes dramas provocados por la soledad y la desocupación.

“La desocupación es el tema número uno dentro de nuestro drama, porque afecta a muchos miles de personas. Quedarse sin trabajo hace que uno sienta que ya no sirve para nada. Y eso es muy duro”, afirmó Sorín en una entrevista con Télam, para agregar que “ese es justamente el gran dilema que tenemos los argentinos”.

En este nuevo filme, Sorín puso en práctica la misma fórmula que tan buenos resultados le dio en “Historias mínimas”: pequeños dramas humanos de gente común, la relación estrecha y conmovedora entre un hombre y un animal, personajes encarnados por personas sin formación actoral, paisajes patagónicos y una puesta en escena donde cada acción es registrada por dos cámaras.

“Se trata de dramas minimalistas y muy pequeños. Me interesa trabajar con gente muy simple, porque a esa gente le pasan cosas complejas como a todos, pero tienen una ventaja muy grande para el cine: no verbalizan, gesticulan sin explicar lo que les sucede”, dijo Sorín, que piensa estrenar el filme el 16 de setiembre en la Argentina y en octubre en España. El guión de la película, que Sorín escribió junto a Salvador Roselli (“Mala época”) y Santiago Calori, trata sobre un hombre de 55 años que durante las dos últimas décadas de su vida trabajó en una es tación de servicio en la ruta 3 y que un día, sin preaviso alguno es despedido y queda descolocado, perdido, sin saber qué hacer para ganar dinero y ocupar su tiempo. “La desocupación es un tema muy dramático, porque a partir de cierta edad, si uno no tiene alguna especialidad queda relegado del mundo”, opinó el cineasta, que desde hace muchos años tenía este filme en mente. Distribuida por Fox (que difundirá además los nuevos filmes de Adrián Caetano y Damián Szifrón), “El perro” es una coproducción argentino-española de Guacamole Films, OK Films y Wanda Visión (España) que tiene como personaje central a Le Chien, un dogo que cae en manos de ese desocupado y le cambia la vida, al convertirse en el animal más admirado de la región.

“El hombre recibe al perro como forma de pago de una changa y empieza a recuperar la autoestima a través del animal, que es un ejemplar espectacular y empieza a destacarse en el mundo de las exposiciones caninas”. “Esto le cambia la vida, porque empieza a depender mucho del perro”, explicó el cineasta, que eligió para ese papel al debutante Juan Villegas, que en la vida real cuida autos en la calle, cerca de la productora de Sorín. Tras ganar varios premios con “Historias mínimas”, Sorín tiene cada vez más claro que intenta hacer “un cine gestual, donde el espectador debe deducir qué le pasa a los personajes sin recibir esa información de manera explícita. Quiero mostrar a través de anécdotas algunas líneas que van más allá y explican la condición humana”, afirmó.

“Me interesa que esos dramas humanos se expresen por cosas estrictamente fílmicas, a través de imágenes y no de palabras”, dijo el cineasta, y explicó: “Los personajes expresan lo que sienten por omisión. En la vida real la gente no se la pasa diciendo frases célebres; hablan de cosas banales, pero esas banalidades encierran y esconden ciertas cosas importantes que les pasan”.

Filmografía en Argentina

Director:

William Fante (anunciada)

El perro (2004)

18-J (2004)

Historias mínimas (2002)

Eterna sonrisa de New Jersey (inédita – 1989)

La película del rey (1986)

Guionista:

William Fante (anunciada)

El perro (2004)

Eterna sonrisa de New Jersey (inédita – 1989)

La película del rey (1986)

Intérprete:

Dirigido por… (no estrenada comercialmente – 2004) Entrevistado

Fotografía:

La Nueva Francia (inconclusa – 1972)

El adentro (inconclusa – 1971)

La familia unida esperando la llegada de Hallewyn (no estrenada comercialmente – 1971)

Este loco verano (1970)

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