Retrato del artista sobrehumano
De Fassbinder se cuentan muchas anécdotas, la mayorÃa de ellas de interpretación equÃvoca e inútil. La más impresionante: en una entrevista de 1984, su madre declara que no recuerda haberlo visto jugar nunca. Entre otras cosas, Fassbinder fue un niño serio y precoz que a los 17 años, en 1962, firmó el manifiesto del “Nuevo Cine Alemán” en Oberhausen. Realizó 41 pelÃculas en 14 años, y también trabajó como actor, productor, manager teatral, compositor, diseñador, editor y cameraman.
Con frecuencia se lo caracteriza como un monstruo sádico, alcohólico, cocainómano. Lo único cierto es que fue un hombre con una capacidad de trabajo sobrehumana y una lucidez de orate, impaciente y voraz (por lo tanto, malhumorado), que no temÃa ninguna forma de exceso que le permitiera llevar adelante sus proyectos. AmadÃsimo por sus colaboradores -Peer Raben compuso para su amante y amigo la música de veinticinco pelÃculas; Hanna Schygulla actuó en diecinueve de ellas; durante los catorce años de su carrera vertiginosa trabajó de manera exclusiva con tres operadores de cámara: Dietrich Lohmann, Michael Ballhaus y Xavier Schwarzenberger, Fassbinder hizo de catalizador de todos ellos. Gracias a él podemos hoy ponerle un nombre a una de las experiencias estéticas más radicales del siglo XX.
Si no nos parece desmesurado hablar de la “experiencia Artaud”, del distanciamiento brechtiano o de un mundo kafkiano, tal vez vaya siendo hora de que nos acostumbremos a nombrar a Fassbinder con la seriedad que se merece: como uno de los grandes nombres del arte de finales del siglo XX. Y que nos acostumbremos, también, a ver sus pelÃculas como informes de una experiencia estética radical para la que no podÃa haber otro nombre que el suyo.
Por Daniel Link Página 12 – Suplemento Radar
LAS AMARGAS LÃGRIMAS DE R.W.F.
“El nazismo ha infectado nuestro pensamiento y contaminado el aire que respiramos, las palabras que pronunciamos y escribimos”. Heinrich Böll
Rainer Werner Fassbinder intentó demostrar, desde todo ángulo posible, que a los alemanes iba a costarles mucho sobreponerse al atractivo susurro de su führer. Los habÃa conquistado a tal punto que podÃan convivir pasivamente con los ecos de la ideologÃa nazi y sin reflexionar sobre la identidad alemana. Este tópico, común al heterogéneo Nuevo Cine Alemán del cual formó parte, fue la base de su obra en la que exploró desde el western hasta el melodrama.
En la primera etapa de su extensa obra, más precisamente en el prolÃfico perÃodo 1969-1970 (realizó nada menos que diez films), Fassbinder hace gala de sus primeras influencias: el teatro, que dio las bases para la construcción del espacio, Jean Marie Straub de quién heredó la omnipresencia del encuadre, Jean Luc Gódard, cuyas obras Sin Aliento y Vivir su vida motivaron algunos personajes marginales de El amor es más frÃo que la muerte, Katzelmacher o Dioses de la peste y, finalmente, Pier Paolo Pasolini que asoma en el carácter sagrado de El viaje de Nicklauhausen.
Ya desde su temprana vocación cinéfila, Fassbinder sabÃa que mucho debÃa aprender del cine de Hollywood, de su prolijidad narrativa, de la intensidad de sus melodramas y del romance con el público masivo. Al cuestionarse el vÃnculo entre su cine y la gente, no pudo escapar a la influencia de Douglas
Sirk, al que reivindicaba por encima de Jean Luc Gódard y Max Ophüls. Sirk logró crear una maquinaria fÃlmica que tenÃa como eje el melodrama y que atraÃa al gran público. RWF sostenÃa, seguramente pensando en esta cualidad de su compatriota radicado en Estados Unidos: “El buen director de cine es capaz de conseguir un final feliz que te deje insatisfecho. Sabes que algo no funciona, que no puede acabar asÔ; ejemplos de esto son los recordados melodramas sirkianos Escrito en el viento y Lo que el cielo nos da que sirvieron de inspiración sobre todo en La angustia corroe el alma, film por el cual Fassbinder fue reconocido en Cannes y afianzó su carrera internacional. El amor no correspondido emerge de sus films más autobiográficos como La ley del más fuerte o Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, donde la esencia misma del melodrama nutre su tesis acerca de los desencuentros entre las personas.
De los recursos fÃlmicos más usados por RWF, el encuadre multiplicado es el que delinea las prisiones a las que se somete el hombre (el matrimonio, la familia o, aún peor, la ideologÃa fascista) y lo van complicando hasta atraparlo en algún inexorable abismo. En el estudio del encuadre también se observa la influencia de Douglas Sirk para quién “la filosofÃa de un director de cine está en la iluminación y los encuadres”.
A pesar del carácter opresivo de sus encuadres y gracias a la herencia del teatro brechtiano, el cine fassbinderiano privilegia una distancia que motiva la reflexión.
TodavÃa queda en el haber la etapa de sus embriagados manifiestos sobre la libertad como El matrimonio de MarÃa Braun, Desesperación y La ansiedad de Verónica Voss. TodavÃa y hasta el 4 de marzo se puede abordar una filmografÃa que implica sumergirse, sin vacilaciones, en las profundidades de la miseria humana, allà donde las fronterizas criaturas de Fassbinder se desnudan y sepultan, irremediablemente, sus ilusiones.
Por Patricia Carbonari
FilmografÃa:
– LA ANGUSTIA CORROE EL ALMA
– RULETA CHINA
– LILI MARLEEN
– LA NOSTALGIA DE VERÓNICA VOSS
– LAS AMARGAS LÃGRIMAS DE PETRA VON KANT
– EL AMOR ES MÃS FRÃO QUE LA MUERTE
– EN UN AÑO CON TRECE LUNAS
– EL MATRIMONIO DE MARÃA BRAUN
– LAS FELICES VÃCTIMAS DE RAINER WERNER FASSBINDER
– NO SÓLO QUIERO QUE ME AMEN
– RÃO DAS MORTES
– EL SOLDADO AMERICANO