Por Gastón Molayoli
I
Un dÃa antes del cierre oficial de las Edusalas se conocÃa la noticia de la muerte de Chris Marker, el enorme cineasta francés. Su filmografÃa, desconocida en su mayor parte, es sin dudas una de las más valiosas de la historia del cine. Como todos los grandes cineastas, Chris Marker también era un gran pensador. En los dÃas previos al cierre, pensé en escribir un texto como este para explicar mi angustia por todo lo que estaba sucediendo. El texto iba a empezar con esta cita: “Las imágenes sustituyeron mi memoria. Ellas son mi memoriaâ€. El curioso destino parece escribir por nosotros una vez más porque el fragmento citado es de Marker.
De todo lo que leà sobre cine es una de mis citas favoritas y creo que ilustra perfectamente la sensación que tenÃa cuando supe que no habÃa vuelta atrás, que las Edusalas, tal como las conocÃamos, iban a desaparecer. Y confirmé la cita cuando docentes, artistas y espectadores se sumaron al reclamo del jueves 26 de julio, antes de la proyección de De caravana. Las imágenes iban a sustituir la memoria, nos Ãbamos a ver a nosotros mismos a través de esas fotos y de esos videos un tiempo después, e Ãbamos a conectar esas imágenes con la sensación que tuvimos en ese preciso momento.
La convocatoria, armada a través de las redes sociales por personas que apoyaban el proyecto, expresó el descontento frente a una medida que implicaba cerrar un lugar necesario. En la planta alta de aquellos edificios donde se toman las decisiones, pocos entendieron que se trató de un reclamo genuino. Y pocos parecen entender que en RÃo Cuarto son necesarias las polÃticas educativas y culturales serias. Por suerte, los que estábamos ese jueves 26 de julio, y muchos más que no estuvieron pero apoyaron el reclamo, entendimos esa necesidad.
II
Desde que empecé a participar de este proyecto encaré el trabajo como espectador y nunca como programador. Jamás me imaginé como un privilegiado que dominaba la disciplina o que conocÃa de cine más que otros. La manera más justa de encarar mi tarea fue estar en la mayor cantidad de proyecciones posibles, y por eso llegué a ver una misma pelÃcula hasta diez veces. SentÃa que ese contacto, tan lejos del conocimiento y tan cerca de la intuición, me permitÃa suponer qué pelÃculas podÃan estimular nuestra curiosidad. Y hablé. Hablé mucho con las personas que iban una y otra vez, que intentaban enamorarse de imágenes que se escapaban o que rechazaban otras porque estaban demasiado cerca. Algunos iban con sus amigos y volvÃan a la semana siguiente solos. Otros iban con sus madres y a la semana siguiente volvÃa sólo la madre pero con una amiga. Algunos iban todos los dÃas (como Don Squerro) y otros se levantaban siempre antes de que terminara la pelÃcula. Todos ellos, incluso los que fueron una sola vez, tenÃan la mirada encendida y se acercaban al fuego de la pantalla para calentarla aún más. Pero ninguno de nosotros podÃamos calentarnos en ese fuego como aquellos chicos que entraban por primera vez y veÃan esa cosa gigante que aparecÃa frente a sus ojos.
Los otros dÃas me preguntó una periodista de La voz del interior si de todo el año de trabajo yo podÃa rescatar algún momento para contarle. Intenté hacerlo pero me resultó imposible, y en ese momento me acordé de aquella frase de Sartre que decÃa que las imágenes le rehuyen a la palabra. O para decirlo de otra forma: te pueden contar la pelÃcula pero si no la vi(vi)ste no las vas a entender. Y por eso, desde el principio hasta el final, con rostros inolvidables e imágenes que detuvieron el tiempo, Las Edusalas se convirtió en mi pelÃcula favorita.
Hermoso texto Gastón!
Gracias Sebastián
Gastón, esta bueno el artÃculo. Pero tampoco es para tanto, ojalá que le gob. provincial siga con este proyecto que me parece fantástico.
Lo mismo deseo yo, Juan, tanto por parte de la provincia como de parte del municipio.