HabÃa una vez en un mundo sin amor…
MALA (Argentina/2013). Dirección: Israel Adrián Caetano. Con Florencia Raggi, Rafael Ferro, Juana Viale, Liz Solari, Ana Celentano, MarÃa Duplaa y Brenda Gandini. Guión: Adrián Caetano, Bruno Hernández y Luciana Piantanida. FotografÃa: Diego Poleri. Música: Sebastián Escofet. Sonido: Sergio Korin. Dirección arte: Micaela Saiegh. Duración: 93 minutos.
Israel Adrián Caetano es el director que más riesgos asume en nuestro cine, y eso queda demostrado en MALA. Cada una de sus pelÃculas aborda distintas temáticas sociales  y nuevas búsquedas estéticas y narrativas;  en cada una arriesga  y  explora el lenguaje, lo hace propio  y siempre consigue provocar  e inquietar.
En FRANCIA el tÃtulo mismo proponÃa una  mirada muy irónica y algo naif: estos personajes nunca tendrán la posibilidad de viajar a Francia. En MALA,  juega con los lÃmites de ese tÃtulo entre lo que se considera el “buen cine†y lo que se espera de él  con  la experiencia de ser uno  de los narradores más interesantes del cine nacional.
Desde ese punto de vista, MALA es una obra conceptual en dónde el director  ostenta su habilidad para cruzar géneros y lograr de esa manera una pelÃcula hibrida, un delirio cinematográfico que apuesta a la inverosimilitud.  Se  presenta como una fábula moderna sobre la venganza, en dónde se mezcla el thriller psicológico con el suspenso, el melodrama y el terror. También hay destellos de denuncia social impregnada de acción.
MALA es la  historia de Rosario (Florencia Raggi, MarÃa Duplaá, Brenda Gandini y Liz Solari)  una asesina a sueldo, una profesional frÃa e implacable que sólo acepta matar a hombres  que abusan de las mujeres.  Rosario es puro impulso y visceralidad, y necesita de  cuatro actrices  para  sostener  ese personaje confuso construido  a partir de distintas miradas ambiguas y contradictorias.
En MALA es todo extremo, desde su  registro actoral, las referencias a las telenovelas centroamericanas hasta su  violencia sádica. No es una propuesta fácil, todo argumento racional carecerá  de valor  porque se necesita de  nuevos códigos para su interpretación. Con el paso del tiempo le encontraremos sentido a esta obra cinematográfica y la búsqueda que caracteriza a su director, el más desvergonzado de los realizadores contemporáneos del cine nacional.