La fiebre del cine / todo sobre el BAFICI 2013

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Desde el 10 hasta el 21 de abril se realizó la decimoquinta edición del BAFICI, el Festival de Cine más importante del país.

Por Gastón Molayoli

Jóvenes y adultos corriendo para conseguir una entrada o para ingresar a tiempo a la sala, colas interminables, salas repletas, directores haciéndose un lugar entre la gente para poder presentar sus películas, comentarios como “la de tal director es una obra maestra” y preguntas como “¿no viste esa sueca en la que secuestran un barco?”. Todo se observa, se escucha y se respira en el BAFICI, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires que ayer cerró su edición número quince, con más de 400 películas en 25 salas, y teniendo como sedes principales a los Village Recoleta y al Centro Cultural Recoleta.

Creado en 1999 como alternativa a un Festival de Mar del Plata demasiado gastado y entregado sólo al glamour de la alfombra roja, el primer BAFICI significó para el cine argentino un espacio de resistencia. Los espectadores tenían la posibilidad de ver películas que no iban a llegar a las salas comerciales y los nuevos cineastas -en su mayoría jóvenes recién recibidos de las universidades de cine- la posibilidad de mostrar sus primeros trabajos. Entre ellos estaba Pablo Trapero, el primer ganador de la Competencia Argentina con Mundo Grúa. La película, de muy bajo presupuesto, narraba con pericia una historia marginal y logró recorrer varios festivales alrededor del mundo.

En esta edición, y después de siete películas, Trapero homenajeó con tres cortos institucionales al Festival que lo vio nacer como cineasta: Mar, Tierra y Cielo. De los tres cortos se destacó Cielo, que mostró imágenes nunca vistas del rodaje de Gatica, el mono, con un Leonardo Favio en la plenitud y visiblemente emocionado. En más de una proyección el público aplaudió el corto, especialmente en la imagen final cuando se lo ve a Favio mirando a cámara.

Una parte importante del enorme grupo de películas que formaron parte del festival estuvo organizado en tres secciones principales: la Competencia Argentina, la Competencia Internacional y la Competencia Vanguardia y Género. Esta última, pensada para darle cabida a aquellas películas que por diferentes razones no entran ni siquiera en la lógica de los festivales, fue definitivamente la más interesante y arriesgada.

Algo de lo mejor

Por Gastón Molayoli y Juan Andrés Salinero

Es imposible hablar con justicia y proponer una conclusión sobre un festival que ofreció tantas películas. Quienes estuvieron los once días pudieron ver sólo una mínima parte de lo que estaba programado. De lo visto, según nuestro modo de ver, lo mejor es lo que sigue a continuación.

Arraianos, de Eloy Enciso

Por su procedencia, esta película de Eloy Enciso, ganadora del premio a Mejor Película en la Competencia Vanguardia y Género, nos hace pensar en El cielo Gira, de Mercedes Álvarez. La historia puede parecer sencilla porque se resume en el intento por retratar una población que está desapareciendo, pero ninguna de las dos se cierra en la mera anécdota. En Arraianos, el pasado está repleto de fantasmas que regresan para hablar del presente, sensación reforzada por un impecable trabajo con el sonido. El mundo de la ciudad, distante y amenazante, y el del campo, con una naturaleza sabia, se enfrentan en los modos de hablar, las canciones de las ancianas y las miradas de los baqueanos. El resultado es el silencio que impera justo antes de que una población o una persona desaparezcan. Gastón Molayoli

A Story for the Modlins, de Sergio Oksman

En una caja de basura en Madrid el director encuentra fotos, casetes y otros objetos y con ellos reconstruye la historia de los Modlins. Donde el padre y esposo había presenciado el nacimiento del Diablo en “El bebe de Rosemary” la película de Roman Polansky. El actor secundario que nunca pudo despegar en su carrera, junto con su esposa “artista plástica del Apocalipsis” y su hijo un tanto traumado por unos extraños padres son los protagonistas de este mediometraje. Con una utilización magistral de la voz en off y la filmación de fotografías, poco a poco nos sumergimos en las oscuras tinieblas de una familia muy poco convencional.

Con un relato donde se mezclan diablos reales e imaginarios con dioses paganos, presenciamos una historia familiar donde el encierro, la claustrofobia y la soledad se contraponen a un relato fresco, original y bellamente transparente. Juan Andrés Salinero

Barroco, de Estanislao Buisel

Cada tanto aparece en el cine argentino una película que sacude las bases de lo que estamos acostumbrados a ver. Esto no necesariamente quiere decir que se trata de una obra novedosa, pero al menos nos hace ver de otra manera algo que ya visitamos muchas veces. Barroco cuenta la historia de Julio, un joven que junto con un amigo planean hacer una fotonovela. Mientras ambos imaginan, recolectan fotos y escriben fragmentos, Julio empieza a trabajar en una librería. Lo que vive con su novia y su amigo, parece un drama costumbrista con algunos toques de humor, pero cuando avanza la trama y suceden una serie de robos el clima se vuelve extraño. Quizás la ópera prima de Estanislao Buisnel no cumpla todo lo que promete, especialmente en su segunda mitad, pero el tono de los actores, cierta mesura a la hora de contar y algunos riesgos que asume, hacen de Barroco una película que hay que tener en cuenta. Gastón Molayoli

A World Not Ours, de Mahdi Fleifel

El director Mandi  Fleifel es palestino y ha nacido en el campo de refugiados Ain al – Hilweh. Emigrado a Dinamarca pasa sus vacaciones de verano en el campo donde viven en un kilómetro cuadrado 70 mil personas.

El director visita parte de su familia que todavía vive en el campo: sus tíos y su abuelo. Con la increíble potencia de las imágenes, se agrega un relato que no ahonda en los dolores típicos de un noticiero nocturno sino, más bien, que muestra un lugar contradictorio, con humor, con miserias, con resistencia y con desesperanza.

Con algunas fallas, este documental entrecruza la historia familiar con la “gran historia”, esa que también afecta a las personas en su vida diaria.

La creación del Estado Palestino, pasando por la etapa gloriosa de la OLP, hasta la traición del Tratado de Paz entre Yasir Arafat e Israel, es abarcada por este relato paradójicamente crudo y ligero. Que nos permite más que impactarnos y shockearnos, hacer una reflexión profunda sobre el problema de los refugiados palestinos. Juan Andrés Salinero

El loro y el cisne, de Alejo Moguillansky

Es un acto de justicia que esta película haya ganado la Mención Especial en la Competencia Argentina, aunque debería haberse llevado el premio a Mejor Película. Alejo Moguillansky irrumpió en el cine argentino de manera contundente con una película llamada Castro. Ni la crítica ni el público la acompañaron demasiado al momento de su estreno, pero a muchos les quedó la sensación de que Moguillansky era un gran cineasta. La aparición de El loro y el cisne en el decimoquinto BAFICI fue la confirmación de eso. La película posee una frescura y un desparpajo pocas veces vistos en el cine nacional; asume riesgos, se ríe de sí misma y es muy -pero muy- divertida. Cuenta la historia de un sonidista, el Loro, que en medio de un rodaje se pelea con su novia y se enamora de una bailarina. Es posible que varios piensen que se trata de una película generacional, que tiene que ver únicamente con una franja etaria y que sólo los jóvenes podrán comprender su humor, sus intereses y sus preocupaciones. Quizás esa afirmación sea cierta, pero en medio de un panorama nacional que oscila entre la pereza y la solemnidad, películas como El loro y el cisne no significan otra cosa que un huracán de aire nuevo. Gastón Molayoli

Oh Yea! She performs, de Mirjam Unger

Documental convencional de música genialmente realizado, que retrata a cuatro mujeres rockeras de la  escena austríaca –Gustav, Clara Luzia, Teresa Rotschopf y Luise Pop–. Con estilos diferentes que van desde el folk hasta el tecno y con bellísimas canciones, estas cuatro mujeres reflexionan sobre el lugar de la mujer en el rock, sobre la música, sobre la maternidad y sobre la vida trotamundo de los rockers.

Con frescura, humor y una sensibilidad extrema, la historia nos muestra las diferentes búsquedas artísticas y sentimentales de mujeres que rompen con cualquier prejuicio y encasillamiento, donde sus carreras musicales van ascendiendo al lado de sus crecimientos personales.

Sobresale la cantante folk Clara Luzia, que interpreta a puro corazón y coraje melodías que nos hacen emocionar hasta las lágrimas. Mientras que pasan los créditos finales suena una canción de Gustav a puro humor donde nos podemos reír de toda nuestra sociedad machista y prejuiciosa. Juan Andrés Salinero

Locaciones: Buscando a Rusty James, de Alberto Fuguet 

El cine altera nuestro mundo. Aunque no lo notemos, después de ver una película no somos los mismos. Incluso cuando una película nos resulta insignificante, fría o no nos moviliza hacia ninguna reflexión, hay una partícula de nosotros que se modifica después de verla. Alberto Fuguet, escritor y cineasta, pero sobre todo cinéfilo, le dedica un documental a La ley de la calle, la película de Francis Ford Coppola. En Locaciones: Buscando a Rusty James (en referencia al personaje interpretado por Matt Dillon), Fuguet explica con su propia voz o con la voz de otros -escritores, cineastas y amigos cinéfilos- la manera en que esa película significó un quiebre en su vida, un abrazo cálido cuando más lo necesitaba. En esta película, Fuguet logra eso que sólo logran los grandes cineastas: darle un abrazo gigante al espectador. El BAFICI permite muchas cosas, pero especialmente que encontremos joyas como esta, perdida en una marea de películas. Gastón Molayoli

Máquina de sueños, de Andrés Di Tella Darío Schvarztein

Documental donde tres artistas mexicanos internacionalmente reconocidos reflexionan sobre el arte. Con preocupaciones comunes sobre la política, la ética, las imágenes, las ideas estéticas y los medios de comunicación, nos sumergen en un laberinto de reflexiones y búsquedas personales que nos hacen preguntarnos una y otra vez ¿Qué es el arte? ¿Qué función cumple? ¿Cómo nos relacionamos con las imágenes? ¿cómo nos afectan?

Técnicamente impecable, la cámara viaja por todo un proceso creativo lleno de preguntas, contradicciones, sumamente reflexivo y sensorialmente vibrante.

Si el cine es una “máquina de sueños” esta película nos pone ante una obra de arte que cuestiona constantemente lo que el arte es. Juan Andrés Salinero

 

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