Una pelÃcula hechizera…
Tabú. Portugal, Alemania, Brasil, francia.2012, 118’. Dirección y guión: Miguel Gomes. Elenco: Teresa Madruga, Laura Soveral, Ana Moreira y Carloto Cotta.
Por Analia Casero
Tabú es una pelÃcula fascinante a la que cuesta reseñar ya que es indescriptible (en el mejor de los sentidos). Asombra e hipnotiza por igual tanto por su contenido como por su forma. Despierta la fe dormida de volver a creer que un cine genuino es posible.
El director y crÃtico de cine portugués Miguel Gomes (La cara que mereces y Aquel querido mes de agosto) es el responsable de Tabú.
Tabú esta dividida en tres partes: un prólogo (tan triste y revelador como simpático) y dos segmentos; el primero, denominado ParaÃso perdido, cuenta la intensa relación que se da entre un trÃo de mujeres solitarias de edad avanzada en la Lisboa contemporánea en vÃsperas de año nuevo. El segundo: ParaÃso, narra la historia de un grupo de portugueses en la colonial Mozambique de los años 60. Segmentos donde prevalecen los opuestos: ciudad/sabana, el invierno/el calor de Ãfrica, los dÃas/los meses. Gomes se refirió asà a la elección de esta estructura: “En Tabú elegà partir de la pérdida, de la vejez, de lo cotidiano. Se empieza por la resaca y después, cuando viene la segunda parte, se tiene por fin la embriaguez (lo novelesco, el exotismo). Por eso es que en esa segunda parte sus protagonistas parecen no saber qué sucede a su alrededor. Porque están muy ocupados jugando a interpretar, no sé, Ãfrica MÃa de una manera muy disfuncional. Cantan canciones de amor. Juegan a ser estrellas de cine protagonizando un drama prohibido, mientras no se dan cuenta de que a su alrededor el imperio colonial está a punto de romperse en mil pedazos.â€
Uno de los logros del film está en lo que rodea al argumento principal: en el increÃble sueño/pesadilla de Aurora, en las anécdotas de la vida de Mario, en la tensión de la colonia africana, en lo que se esconde en el (imaginario y oscuro) monte Tabú.
Tabú (que no podÃa tener un tÃtulo más apropiado) de a poco, va tomando vuelo hasta llegar a una potencia irrefrenable que lleva a vivir uno de los melodramas más logrados de los últimos años. Pero en esta desgarradora historia también hay espacio para el humor.
Hasta aquà la referencia al contenido, pero si hay que hablar de la forma la sorpresa y satisfacción con las que el espectador se encuentra son inmensas. Gomes no se priva de jugar, de homenajear (a Murnau, a Mogambo, aunque de una manera muy especial, sólo captando su esencia), de romper reglas y rearmarlas a gusto. Entonces cabrÃa decir que Tabú es una pelÃcula libre. Filmada en blanco y negro (lo cual acentúa todo el pesar de los personajes), una especie de cine mudo reactualizado donde la rigidez y las reglas no tienen cabida. Donde hay hasta cierto tono espectral y sombrÃo. Gomes no teme que se noten las costuras de su pelÃcula porque confÃa en que lo valioso no está en la perfección sino en la construcción de la historia y en la posibilidad de creer en ella a pesar de saber que es una ficción. Por eso tampoco hay lugar para los que no toleran su anacronÃa (por situar elementos allà donde no pertenecen) y sà para los que se dejan hechizar.
*Esta nota ya fue publicada en Revista El Sur del mes de Mayo de 2013.
Muy buena la nota, AnalÃa. Acuerdo en varias cosas, especialmente en lo que tiene que ver con la enorme libertad que la pelÃcula demuestra. Miguel Gomes es uno de los directores de los últimos años.