Inabarcable
Madre (Mother, Corea del Sur/2009). Dirección: Bong Joon-ho. Con Hye-ja Kim, Bin Won, Ku Jin. Duración: 128 min.
 Por Gastón Molayoli
El salto que existe entre una pelÃcula excelente y una obra maestra es enorme. Hay una cuota de riesgo y de azar que esconden las segundas y que las primeras, con todos sus aciertos, no terminan de alcanzar. Es posible que el director de las primeras, si es serio y se sostiene en actividad, pueda hacer varias pelÃculas excelentes. Es difÃcil, cuando no imposible, que un mismo director haga muchas obras maestras. Los casos, contados con una mano, no tuvieron en su tiempo la ratificación que le dio la historia. Para dar un ejemplo puedo citar a Orson Welles o a Billy Wilder dentro del cine norteamericano. Toda esta introducción para afirmar lo siguiente: Madre es una obra maestra, a la altura de The Host, la anterior pelÃcula de Bong Joon- ho. Sus méritos no se pueden reducir a la breve descripción de su argumento, a la enumeración de sus giros dramáticos o a la soltura con que renueva varios elementos del policial, sino a su absoluta confianza en la materia cinematográfica.
Pero vamos por partes. Madre cuenta la historia de una mujer acupunturista que tiene un negocio de hierbas aromáticas. Su hijo, de un importante retraso mental, es acusado prematuramente de haber asesinado a una joven del pueblo. Las pruebas no están a su favor: la noche del crimen el joven salió borracho de un bar, siguió a la muchacha algunos metros e intentó hablar con ella. Durante una buena parte del relato sabemos sólo eso. A continuación vemos (retengamos este verbo) que el joven se va a dormir con su madre. Luego de que encierran a su hijo, la protagonista decide encarar la investigación para averiguar quién es el verdadero culpable del crimen.
Y hasta acá llega mi aporte sobre la trama. No porque evite pudorosamente revelarles el desenlace, sino porque lo importante de Madre es la manera en que construye los diferentes momentos de su torbellino. La pelÃcula nos lleva para un lado, nos arroja para el otro, nos hace sentir cómodos por unos minutos y después nos pega otra cachetada. Sin embargo, las innumerables vueltas de tuerca de Madre no son su principal atributo. Bong Joon-ho combina una historia de enorme potencia literaria con atributos propios del cine. Para decirlo de una manera más clara: Madre serÃa sólo un despojo si estuviera escrita, si fuera un cuento o una novela. El desenlace -que no se reduce a saber si el asesino fue el mayordomo, la sirvienta, el hada madrina o cualquier fulano- enfrenta a las palabras, que asumen la forma de testimonio, con las imágenes, que en esta pelÃcula más que en cualquier otra del género se adjudican el carácter de verdad. Cuando uno vislumbra la totalidad de lo que sucedió esa noche, a manera de fragmentos que se van acumulando para construir toda la pintura, no puede evitar sentir una confianza absoluta en lo que ve. No se trata de un recurso destinado a poner en jaque nuestra noción de punto de vista, como lo hacÃa ese clásico japonés llamado Rashomon, sino a relativizar la importancia de las palabras para develar un suceso tan complejo como el que implica un asesinato.
No quiero cerrar esta nota sin dejar de mencionar que la maquinaria narrativa –como ya debe haber quedado claro- es de una perfección abrumadora, que la relación que tiene el hijo con su madre se parece en muchos aspectos a la que se expone en Psicosis (o en casi cualquier Hitchcock, desde Los pájaros hasta Intriga Internacional), y que en esta pelÃcula se encuentran de manera profunda las huellas de ese cruce entre géneros que tan bien le sale al cine coreano contemporáneo. Lo de Bong Joon-Ho es imposible de abarcar en algunas pocas lÃneas, como intento en esta nota entusiasta y solemne. La única manera de entender la maestrÃa de Madre y su trasfondo de gran complejidad moral, es verla muchas veces.