El cine que nunca has visto
  “La danza de la realidadâ€. 2013. Chile, Francia. Director: Alejandro Jodorowsky. Con Brontis Jodorowsky, Pamela Flores, Bastián Bodenhöfer. 130 mins. Mayores de 18 años.
Por  Leopoldo Muñoz  (CrÃtico de Cine de Santiago de Chile)
Nunca antes este redactor habÃa visto en pantalla grande un filme tan provocativo. Por eso, el estreno de “La danza de la realidad†resulta una oportunidad única, no sólo para experimentar la lisérgica y emotiva propuesta de Jodorowsky al dar un vistazo a su propia infancia, a sus orÃgenes como judÃo errante y a nuestra manera de ser como chilenos (sin duda, su pelÃcula más criolla), sino porque a sus 85 años es improbable que realice otro largometraje, si se considera que su carrera cinematográfica no es tan prolÃfica como su trayectoria como escritor, guionista de cómics, psicomago y tarotista.
En Tocopilla durante la década del 20 del siglo XX, vive Alejandro (JeremÃas Herskovits), un niño que quiere agradar a Jaime (Brontis Jodorowsky), su padre quien lo tortura para hacerlo hombre y es sobreprotegido por Sara (Pamela Flores), su madre que sólo habla como cantante de ópera. A partir de su dolor, el niño se avista a si mismo convertido en un anciano (Alejandro Jodorowsky) y su padre abandona el hogar para asesinar al dictador Carlos Ibáñez del Campo (Bastián Bodenhöfer).
El viaje iniciático al que nos invita Jodorowsky, como todo tránsito hacia el conocimiento resulta áspero al derrumbar nuestro prejuicios. Trayecto que aquà comienza en el pasado, en su natal Tocopilla con sus áridos paisajes -un escenario similar al de Cristo y su errar de 40 dÃas en el desierto, y del que ha echado mano en la mayorÃa de sus filmes- pero que se proyecta contemporáneo . AsÃ, “Jodo†evidencia algunas de nuestras actuales miserias como la intolerancia, la violencia gratuita amparada en el anonimato colectivo, el abismo entre las clases sociales, la codicia como motor del capitalismo y otros “ismos†como los totalitarismos e individualismo.
En esta road movie, fórmula que acomoda al director para sus relatos de aprendizaje, conserva el imaginario alegórico que puebla su filmografÃa y que genera tanto impacto como el reparto de personas con miembros amputados. AquÃ, la pelea de mancos, cojos y “cuchepos†contra Jaime causa estupor y surge como un instante que sin ser cruel desmorona cualquier corrección polÃtica. También la figura de la Pietà y la lluvia de monedas se repiten como sucedió en “La Montaña sagrada†y en tonos más macabros reincide en los numerosos animales muertos como los conejos en “El Topo†y los sapos y camaleones de “La montaña sagradaâ€. Reiteraciones a las que se suma mujeres con voz masculina como escuchamos a Luz Jiménez en el presente estreno, subversión ya vista en “Fando y Lisâ€.
Por cierto, que a ratos se siente que Jodorowsky nos desafÃa desde un púlpito al que sólo acceden los sabios, y nos hace pensar si tal nivel de audacia es posible porque asà es él o porque su apellido constituye sinónimo de contracultura. Como sea, el magnetismo que despliegan sus imágenes -en su puesta en escena más cuidada en sus variantes del surrealismo, que nunca caen en la pedanterÃa del lenguaje crÃptico-, también se aprecia en la adhesión arrajatablas de su elenco. AsÃ, se entiende las performances de Flores como Sara y la osada escena con que sus fluidos resucita a su marido o la interpretación de Bodenhöfer en el rol de Ibáñez.
A diferencia de sus otros largometrajes, quizás más controversiales como “Fando y Lis†(prohibida en México), “La montaña sagrada†o “Santa sangre†con la secuencia en que niños con SÃndrome de Down jalan coca, aquà la provocación convive con una mirada Ãntima sobre la vida del autor. Por momentos se manifiesta desgarradora su visión sobre su propia infancia, extensiva al rigor de ser menor de edad en una sociedad machista y donde la pérdida de inocencia se aprueba como un logro que se confirman en las cruentas escenas entre el infante Alejandro y su padre. Misma intensidad al presenciar las descargas eléctricas con que torturan a Jaime y que inequÃvocamente evocan la dictadura de Pinochet.
En más de una forma, a pesar de las notorias diferencias estéticas, el filme se conecta con “La noche de enfrenteâ€, la última pelÃcula de Raúl Ruiz donde también se centra en la historia chilena y personal. De esta manera, dos de nuestro mayores genios artÃsticos retornan a su tierra, tras décadas de vivir en suelos extranjeros donde obtuvieron mayor gratitud que la otorgada por nosotros.
CALIFICACIÓN: Obra maestra