Por AmÃlcar Nochetti. CrÃtico de cine, miembro de la Asociación de CrÃticos de Cine del Uruguay.
No es común que una diva del cine se retire antes de los 40 años. Greta Garbo lo hizo, y también Brigitte Bardot. En ambos casos se debió a que estaban hartas de la exposición mediática. Y en BB esa atÃpica decisión se entiende mejor si tenemos en cuenta que su mito nunca se habÃa desarrollado por los carriles de la normalidad.
DATOS DE UNA DIVA. Liberal y despreocupada, desestructurada y promiscua, BB fue la contrapartida de SofÃa Loren, apenas ocho dÃas mayor que ella. La diva italiana era imagen mediterránea de esposa ardiente y madre abnegada, mientras que la parisina reflejó mejor a la amante fugaz: su fÃsico y su actitud estaban tan alejados de la rigidez con que se paseaban las estrellas de los años 50, que revolucionó todos los parámetros de Occidente por entonces. BB y SofÃa son una suerte de anverso y reverso: BB nunca se dejó tentar por Hollywood ni por el bisturà rejuvenecedor. Como bien se ha dicho, son el rostro de lo que cada una hizo con su vida, o lo que la vida hizo con cada una. Ambas fueron Galateas para sendos Pigmaliones, pero mientras SofÃa permaneció junto al productor Carlo Ponti de por vida, BB no fue fiel a su primer marido y descubridor, el cineasta Roger Vadim, responsable de su iconografÃa inicial y su súbito éxito.
En efecto, en 1979, cuando BB tenÃa 45 años, las revistas del corazón señalaban que ya llevaba contabilizados tres maridos: Vadim de 1952 a 1957; el actor Jacques Charrier de 1959 a 1962, con quien tuvo su único hijo, Nicholas-Jacques; y el empresario y fotógrafo Gunter Sachs de 1966 a 1969. Pero además habÃa que sumar otros 42 amantes a la lista. El primero, que ocasionó un mayúsculo escándalo, habÃa sido Jean-Louis Trintignant, factor desencadenante del divorcio de Vadim. Pero hubo otros: el cantante Gilbert Becaud, que le provocó un primer intento de suicidio al dejarla por su esposa; los músicos Sacha Distel y Serge Gainsbourg; y el actor Sami Frey, por el que estuvo al borde de la muerte cuando se separaron, al igual que el propio actor, que intentó matarse por ello. Y es comprensible: ¿quién no lo harÃa si es abandonado por semejante mujer?
La bella joven de 1.70 de estatura y desmelenada cabellera teñida de rubio era una escultura viviente, cuyas medidas rayaban la perfección: 89-58-89. En el momento de retirarse BB habÃa hecho 43 pelÃculas en 22 años y habÃa sido fotografiada aproximadamente 60.000 veces. Su sensualidad era diferente, no dejaba a nadie afuera. Con su innata picardÃa buscaba la complicidad del espectador, mientras su infartante cuerpo hablaba un idioma universal desde el celuloide. BB fue una revolución en la forma de representar a la mujer y su sexualidad animal e irrefrenable. No en vano la mismÃsima Simone de Beauvoir le dedicó un libro (Brigitte Bardot y el sÃndrome de Lolita) debido al efecto que tuvo la imagen de BB en la percepción de la mujer a partir de los años 50, potenciado además por el boom de los medios de comunicación. Sin embargo, quienes la conocieron Ãntimamente han dicho que esa libertad tan sensual como simpática era un vehÃculo para paliar la soledad y su gran necesidad de afecto. Su vida estuvo poblada de desgarradoras depresiones que la llevaron a declarar, el dÃa que cumplió 50 años, que “lo difÃcil no es vivir; lo difÃcil es sobrevivirâ€.
DATOS DE UNA VIDA. BB nació en ParÃs el 28 de setiembre de 1934, en un hogar de clase media. Su padre era directivo de una empresa industrial y su madre organizaba desfiles en una casa de modas. Eso explica que desde adolescente BB fuera dúctil en las pasarelas. A los 15 años fue portada de la revista Elle y allà la vio Roger Vadim, un joven de 21 años de edad, por entonces guionista y ayudante de dirección. La pasional relación que surgió del encuentro fue difÃcil: ella querÃa casarse antes de cumplir 18 años pero su padre se lo impidió: en sus memorias BB cuenta que el dÃa que Vadim fue a pedir su mano el padre lo esperó con un revólver y lo echó de la casa. Finalmente se casaron (20.12.1952) y al año siguiente, gracias a Vadim, BB era una estrella de la moda que comenzaba a figurar en pequeños roles en cine (Acto de amor de Anatole Litvak, Si me contaran Versailles de Sacha Guitry, Las grandes maniobras de René Clair, Helena de Troya de Robert Wise).
En 1956 Vadim y BB dieron el batacazo al debutar -él como cineasta, ella como protagonista- en Y Dios creó a la mujer, cuando en una escena alucinante baila descalza arriba de una mesa, haciéndolo no sólo para los ojos de Jean-Louis Trintignant y Curd Jürgens, sino para todos los espectadores que deseaban poseerla. Allà nació un icono indestructible, que forjarÃa una carrera apoyada precisamente en el sexo, y no en sus dotes dramáticas. Al respecto BB nunca se engañó a sà misma, al punto de declarar, siendo aún una estrella, que “empecé siendo pésima actriz y eso es lo que he seguido siendo: pésima actrizâ€. Sin embargo, fue extremadamente inteligente para -una vez alejada de su Pigmalión- manejarse ella misma vinculándose a directores de clase A que la emparejaron con intérpretes tan mÃticos como ella: su ex, Vadim (Armas de mujer, El reposo del guerrero, Si Don Juan fuese mujer), Michel Boisrond (Una parisién), Claude Autant-Lara (Amor prohibido con Jean Gabin), Julien Duvivier (Juguete de una mujer), Christian-Jaque (Babette se va a la guerra; Las petroleras con Claudia Cardinale), Henri-Georges Clouzot (La verdad), Louis Malle (El amor es un asunto privado con Marcello Mastroianni; ¡Viva MarÃa! con Jeanne Moreau; un episodio de Historias prohibidas con Alain Delon), Jean-Luc Godard (El desprecio con Michel Piccoli, Jack Palance y Fritz Lang), Edward Dmytryk (Shalako con Sean Connery), Robert Enrico (Bulevar del Rhum con Lino Ventura) e incluso el ignoto Guy Casaril en Las novicias, donde hizo de monja con Annie Girardot. Salvo un par de excepciones (Malle, Godard) el lote es mediocre: BB siempre estuvo por encima de los productos a los cuales se vinculó.
Y PASARON LOS AÑOS. La BB que todo el mundo recuerda hoy es un icono irreal, del cual ella misma renegó. En 1973 se despidió saliendo desnuda en la portada de Playboy. Dio un portazo a su vida pública para dedicarse por completo a algo que en principio pareció un caprichito de nena rica: la lucha por los derechos de los animales. El tiempo demostró que era un auténtico compromiso. Desde entonces los titulares que provocó tuvieron que ver con eso o con sus ideas polÃticas: desde 1992 está casada con Bernard D’Ormale, miembro del ultraderechista Frente Nacional francés. Como se ha dicho, “BB se dedica a defender a los animales y joderle la vida a los inmigrantes, porque es una racista que odia a los negros y a los árabesâ€. En cambio, su vieja amiga Jane Birkin declaró que BB “es prácticamente una reclusa que camina con dificultad y me manda cada tanto cartas tristes. Seguimos en contacto porque hago donaciones a su asociación, pero las historias que cuenta son siempre deprimentesâ€. Y Birkin concluye con un dato revelador: “La gente cree que BB se volvió loca con su obsesión por los animales, porque los seres humanos se portaron mal con ella. Y es cierto: ella era tan hermosa que ocasionó grandes envidias. Pero pese a las polémicas, creo que logró inculcarnos una especie de conciencia moralâ€.
Sin cirugÃas estéticas, hoy BB es una mujer sin aura y sin belleza. Por eso es bueno ver de tanto en tanto los fabulosos primeros minutos de El desprecio de Godard donde, con 29 años, está en la cama boca abajo completamente desnuda, acariciando el pecho de Michel Piccoli, mientras una música de violines nos recuerda con nostalgia que todos los paraÃsos siempre terminan perdidos.