Salvando las distancias
¿Dónde está la casa de mi amigo?, de Abas Kiarostami (Irán/1987), 87 min.
Por Juan Andrés Salinero
Abordar una pelÃcula como ¿Dónde está la casa de mi hermano? es meterse en una obra que dispara una multiplicidad temática inabordable en su totalidad. La historia es bastante simple, el protagonista es un niño llamado Ahmed, en la escuela su compañero de banco es retado por el maestro y amenazado de expulsión si no trae los deberes al dÃa siguiente. Ahmed se da cuenta al llegar a su casa que se ha traÃdo por equivocación el cuaderno de su amigo. Es entonces que se la pasa todo el dÃa buscando la casa de su amigo, para que pueda hacer los deberes.
Ternura/ crueldad
La pelÃcula parte de un maestro cruel que reta fuertemente a un niño, porque no ha podido hacer los deberes. Esto despierta la ternura de Ahmed, que se preocupa mucho por su amigo y sale a buscarlo al pueblo vecino, haciéndose la noche, y corriendo algunos peligros. Esta actitud tierna es la que marca la visión que tiene de la infancia esta pelÃcula.
Mientras que la adultez es el lugar del autoritarismo, de la violencia, de la crueldad, de la desidia. La niñez conserva la ternura, la solidaridad, la compasión. Si la adultez educa, la niñez salva, se juega su frágil existencia en vez de caer en las garras de los adultos.
El mundo de los adultos y de los niños está quebrado. Los adultos no escuchan a la infancia, le hacen hacer tareas domésticas, le dicen qué tienen que sentir y los amenazan con echarlos de la escuela. Esta es la tensión en que la pelÃcula transcurre. El correteo del niño buscando a su amigo, ese correteo desesperado, preocupado, también es propio de la infancia.
Esto es lo más interesante de la pelÃcula; la infancia es vista desde la Ilustración (o más bien desde el papel que le da Kant a los niños y a los adultos) como lo bajo, lo sin razón, lo loco, aquello que no tiene el estatus para pensar y actuar autónomamente. En esta pelÃcula la relación tirante entre niñez y adultez es lo que intenta mostrar esencialmente el film. El niño aquà no es tratado como un pobrecito, sino como una persona Ãntegra que realmente siente y sufre el mundo adulto.
Este universo adulto es un mundo cerrado, donde las normas están preestablecidas, donde todos tienen marcado un rol del cual no pueden salir. Allà la ternura infantil viene a quebrar este mundo ordenado y reglado, para traer lo otro del mundo: la corrida alocada, la búsqueda, la creatividad, y la insolencia. El niño es el encuentro con la otredad, pero no cualquier otredad, sino la otredad de otro niño. El verdadero afecto se da entre dos niños. A los adultos les está vedado ese encuentro cara a cara con los demás. Es la niñez la que abre la puerta para una nueva luz de vida, en el agreste mundo del Irán profundo.
La cuestión del poder
Si bien estaba pensando un tÃtulo como “La cuestión polÃticaâ€, creo que no es la polÃtica,  sino más bien una suerte de ontologÃa del poder lo que trata esta pelÃcula. Si seguimos a Foucault, el poder no se tiene, sino que se ejerce en un múltiple sistema de relaciones. Donde las instituciones van sedimentando acciones, valores, perspectivas que se hacen carne en los hombres y en las mujeres, podemos decir que aquà lo que se ve es esa múltiple forma de circulación del poder donde quien termina padeciéndolo en un pequeño niño.
En una de las primeras escenas se ve que el niño intenta explicarle a la madre la confusión con el cuaderno de su amigo y la madre sólo le da órdenes de cuidar a su hermano. Asà como el niño pide ayuda a unos ancianos y estos no le responden en absoluto. Esta desidia, esta invisibilidad, es lo que los niños son en un mundo adulto que ni siquiera los mira.
El poder requiere de una puesta en marcha de infinidad de dispositivos que van desde la institución familiar, hasta la escuela, el Estado que van formando la subjetividad de una persona. ¿Dónde está la casa de mi amigo? trata sutilmente de poner en relieve estos mecanismos, de desentrañarlos, de mostrar cómo los múltiples dispositivos forman  la idiosincrasia de una sociedad.
Lo interesante es que estos dispositivos de una u otra forma pueden romperse, es en la niñez la que hace visible al otro, la que rompe con aquello que somos y nos hace trascender las costumbres que nos han formado, para aportar algo novedoso al mundo que toma la forma de racionalidad que nos rodea. Es la ternura de la mirada infantil, la que nos devuelve la chance de hacer de este lugar un mundo mejor.