The Sky Between the Leaves

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THE SKY BETWEEN THE LEAVES

Libro sobre cine de lectura ineludible

 

Por Amílcar Nochetti*

 

The Sky Between the Leaves (traducción literal: “El cielo entre las hojas”) de David Walsh. 356 páginas. Publicado por Mehring Books, 2013.

 

     En la primera frase con la que se topa el lector ya se refleja toda una declaración de principios del autor: “La protesta contra la realidad, consciente o inconsciente, activa o pasiva, optimista o pesimista, siempre debe ser parte del acto de creación artística”. Nadie en su sano juicio puede negar tal aserto. Empero, a continuación se lee el nombre de quien expresó originalmente ese rotundo juicio: León Trotsky. Y es allí, en el inicio mismo del libro, donde podemos descubrir la primera de muchas sorpresas que David Walsh regalará al lector, tras lo cual conviene aclarar algo fundamental: usted podrá no comulgar con la visión izquierdista del mundo que defiende Walsh, o aceptarla hasta cierto punto, aunque no totalmente (como es mi caso), pero sería un grave error para cualquier cinéfilo cerrar por ello el libro en ese momento y archivarlo en los estantes de la biblioteca. Porque quien piense que hallará ortodoxia ideológica y artística en sus páginas no sólo se estará equivocando, sino que además se perderá la oportunidad de disfrutar un análisis lúcido, independiente, a veces iconoclasta, siempre sorprendente, de lo que para muchos es un espectáculo y un negocio, pero que para otros sigue queriendo ser una forma de arte, ése que dicen es el séptimo.

     A todo esto el cinéfilo uruguayo, especialmente quien consume el cine mainstream,  se preguntará quién es David Walsh. Conviene recordar que este hombre, nacido en Nueva York en 1949, es un afamado crítico de cine en el hemisferio norte. Dos factores lo han caracterizado a lo largo de toda su vida: 1) su insobornable apego a un ideario de izquierda, que lo llevó a estar en contacto permanente con la Internacional Socialista, y ser editor artístico del World Socialist Web Site desde su creación en 1998 (y es en él que publica regularmente sus trabajos: www.wsws.org); y 2) su total independencia artística, debido a que siempre se desempeñó como free lance sin integrar oficialmente ningún periódico ni red de comunicaciones. Desde ese sitial, Walsh ha escrito cientos de ensayos y críticas de cine en particular, y de arte y cultura en general, y lo ha hecho desde una óptica invariablemente marxista. Pero aunque la política sea prioritaria en sus enfoques, Walsh ha seguido fielmente los preceptos de Trotsky, practicando un sagaz distanciamiento analítico que en muchas oportunidades (y varias de ellas se detectan en este libro) le ha permitido aceptar un cine valioso con el cual disiente, y desechar mediocridades con las que ideológicamente debe comulgar. Independencia de criterio, autocrítica y total honestidad son entonces los requisitos por los que ha sido respetado y alabado por colegas tan eminentes como Andrew Sarris, Tony Williams, Jonathan Rosenbaum y Joseph McBride, entre otros.

     The Sky Between the Leaves es su quinto libro, y –aún no conociendo los que lo preceden- parece definir a la perfección el método de trabajo y los conocimientos que posee el autor. David Walsh podría compararse, a ojos de un cinéfilo rioplatense, a lo que en su momento fue Homero Alsina Thevenet. Es decir, por medio de su obra ha sido capaz de conectar cada película, cada acto de creación, con la realidad circundante. Por eso sus reseñas siempre parten del título específico que se analiza, para luego ubicar el film en la carrera del director de turno. Y cuando se trata de revisar la obra completa de un determinado cineasta, Walsh no tarda en proyectarla al contexto social, histórico y político que lo rodean. Quizás eso explique el título del libro, que proviene de un poema del escritor y teórico del surrealismo André Breton: según Walsh, ese cielo entre las hojas vendría a ser “una referencia a la tentativa de ver a través de los obstáculos más inmediatos, para proyectarse hacia una realidad más amplia y brillante”.

     El libro, compuesto por material escrito entre 1992 y 2012, se divide en un prólogo y cuatro partes muy bien diferenciadas. Como suele ocurrir, en las páginas preliminares se halla brevemente expuesta la idea general que el autor desarrollará a lo largo de su obra: la progresiva decadencia del cine americano en el último medio siglo. A continuación, la primera parte ocupa la mitad del libro y se compone de 30 reseñas de films realizados por gente como Ken Loach, Robert Altman, Mike Leigh, Jane Campion, Orson Welles, Quentin Tarantino, Joel y Ethan Coen, James Cameron, Luchino Visconti, Steven Spielberg y Martin Scorsese. También se hace lugar para reivindicar a Shakespeare y enumerar los disparates perpetrados por Roland Emmerich en Anónimo. La segunda parte resultó muy polémica en Europa: allí reseña algunos festivales internacionales y cuestiona la elección de los títulos en competencia, que parecerían estar programados por motivos espurios, que poco o nada tendrían que ver con un muestrario de talento y sensibilidad artística. En esto no puede estarse en desacuerdo con Walsh.

     La tercera parte la componen cinco entrevistas a los cineastas Abbas Kiarostami, Mike Leigh y Jia Zhangke, y los críticos Andrew Sarris y Robin Wood. Por último, las páginas finales muestran seis ensayos históricos acerca de varios cineastas (Elia Kazan, Roman Polanski, Abraham J. Polonsky) o sobre las relaciones del cine con la historia y el socialismo. También hay lugar para preguntarse cuáles son las bases que podrían forjar los cimientos de un nuevo cine, mientras el libro se cierra con un lúcido planteo sobre la terrible crisis que afecta en la actualidad al cine y la cultura americanos.

     Después de tantos despropósitos leídos durante décadas, resulta muy gratificante que llegue David Walsh y señale que la época más progresista (y la mejor) de la historia de Hollywood debe rastrearse en ese cuarto de siglo (1932-1956) en que convivieron eminencias como Charles Chaplin, John Ford, Fritz Lang, William Wyler, John Huston, Howard Hawks, Billy Wilder y Alfred Hitchcock. Esos talentos (y otros) ni siquiera se dejaron dominar por el maccarthysmo, que llegó a ser atacado en forma solapada, pero visible para quien quisiera verlo, en algunas obras específicas de Robert Aldrich, Fred Zinnemann o Nicholas Ray. Y aún hay otras bienvenidas sorpresas en el libro, como por ejemplo advertir que hay una crítica negativa de Elefante de Gus Van Sant y otra positiva de Munich de Steven Spielberg. Es decir: el izquierdista Walsh ataca una premiada obra de quien fuera símbolo máximo de un cine independiente, liberal y cuasi marginal, y defiende (correctamente, hay que decirlo) un film del todopoderoso de la industria, ese señor a quien la izquierda siempre tachó de ser “un mero artesano”. Lo dicho antes: independencia de criterio y honestidad ante todo.

     Por supuesto, no siempre se puede estar de acuerdo con Walsh. En especial rechina su idea acerca que el derrumbe creativo del cine americano fue causado por la “caza de brujas” del maccarthysmo. El autor debería recordar que, si bien Hollywood a partir de 1957 sucumbió al caos, logró luego reubicarse en un envidiable nivel estético (y de defensa de valores) entre 1967-1981. En realidad fue a partir de Reagan que Hollywood cambió el rumbo, perdió sus ideas y aún no las ha recuperado. Otra discrepancia tiene que ver con el único sector del libro donde Walsh canjea lucidez analítica por resentimiento personal: el capítulo sobre Elia Kazan no hace justicia a un hombre que fue un delator, pero que como cineasta dejó títulos (Un tranvía llamado deseo, Al este del paraíso, América América, incluso la repudiada Nido de ratas) que aún funcionan con total plenitud. Y si bien son inteligentes -aunque no compartibles- sus argumentos acerca del nivel reaccionario que tendrían ciertos films de Scorsese y Tarantino, no deja de resultar llamativo que en el libro nunca se mencione a Clint Eastwood, el verdadero reaccionario del cine estadounidense actual. Aún con esos reparos The Sky Between the Leaves es un libro de notable nivel, profundo en conceptos y de múltiples lecturas. Y, claro está, merece una urgente traducción al español.

*Crítico de cine Uruguayo, colaborador en Metrópolis.

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