Conexión superior*
La habitación. Room. Irlanda. 2015. 118’. Dirección: Lenny Abrahamson. Intérpretes: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, William H. Macy, Sean Bridgers.
Por Analia Casero.
 ¿Es la libertad algo más que el derecho a vivir como se desee? Nada más.
                                                                                                  Epicteto                                                                                                                                                                                                                       “Erase una vez, antes de yo nacer, llorabas y llorabas y mirabas televisión todo el dÃa. Hasta que te convertiste en un zombie. Entonces yo vine desde el cielo, y a través de la claraboya entré a la habitación y estaba pateando desde dentro y entonces salà disparado hacia la alfombra con los ojos abiertos de par en par. Entonces cortaste el cordón y dijiste: ‘Hola, Jack’.†AsÃ, con esta gran introducción-explicación en la voz de un niño, arranca La habitación, que es, sin lugar a dudas, la sorpresa de la temporada de premios 2016.
Joy (nombre que llamativamente significa AlegrÃa) fue raptada a los 17 años; a los 24 sigue en el mismo lugar al que fue llevada por su secuestrador (un pequeño cobertizo) pero ya no está sola: la acompaña Jack, el hijo que ha tenido en cautiverio y que está a punto de cumplir 5 años. El mundo del niño es reducido pero al mismo tiempo inmenso, inventado por su madre. Ese universo es habitación (como la llama él), un sitio al que saluda todas las mañanas cuando despierta. Joy poblaba su dÃa a dÃa con lecturas, actividad fÃsica, juegos (convertÃa rollos de papel higiénico y cáscaras de huevo en juguetes) y también lo protegÃa del carcelero (al que ha apodó Viejo Nick), evitando fervientemente el contacto entre ellos.
La creencia de Jack, que todavÃa tomaba el pecho, era la siguiente, según sus propias palabras: “Está la habitación y luego el espacio exterior. También los planetas de la televisión, luego está el cielo. La planta es real, pero los árboles no. Las arañas son reales y el mosquito que una vez me chupó la sangre pero las ardillas y los perros sólo están en la tele. Excepto Lucky, él es mi perro, algún dÃa vendrá. Las montañas son muy grandes para ser reales, y el mar. Las personas en la tele son planas y coloridas. Tu y yo (aludiendo a él y a su mamá) somos reales. El Viejo Nick no sé si es real.†Es una situación especÃfica la que le hace dar el click a Joy; ese que le permite tener la fuerza para derribar el mundo ficticio que le creó a Jack y atreverse a contarle de la existencia del verdadero.
El irlandés Lenny Abrahamson realizó La Habitación (su quinta pelÃcula) luego de la exitosa Frank (la primera de sus obras en la que participaron actores renombrados), adaptando la novela homónima de 2010 de su coterránea Emma Donoghue; la novelista se inspiró en el caso verÃdico de la austrÃaca Elisabeth Fritzl y participó de la escritura del guión de la cinta. Hay diferencias entre el libro y la ficción; en ésta última, el cautiverio no dura dos décadas ni el secuestrador es el padre. El libro hace mención a un aborto que tuvo Joy antes de ser raptada pero en el film no está incluido; además el texto refiere, varias veces, a que la joven madre todavÃa amamanta a su hijo, algo que en la pelÃcula sólo se señala en dos oportunidades.
Hay elementos que atraviesan todo el relato: el diente malo de Joy, el pelo de Jack (con una insinuación muy marcada al mito de Sansón), la figura del perro y la hoja de un árbol. En este film, que se rodó cronológicamente, dos libros a los que se hace alusión son fundamentales: El conde de Montecristo y Alicia en el paÃs de las maravillas.
Como buena parte de La habitación (que está visiblemente dividida en dos partes) transcurre en un espacio cerrado las actuaciones debÃan ser poderosas y lo son. Joy/ma es interpretada por la ascendente Brie Larson, una actriz del under/indie que nunca habÃa protagonizado una pelÃcula masiva pero que cuenta con una belleza inusual (por lo clásica y sencilla) y que además es capaz de transmitir de una forma arrolladora pero sin sobre actuación los sinsabores y fluctuaciones de un padecimiento muy particular. El Viejo Nick es personificado por Sean Bridgers, el “maligno†de la serie estadounidense Rectify. El espectacular Jacob Tremblay, de tan sólo 9 años, encarna a Jack y Joan Allen (Nixon, Candidata al poder) y William H. Macy (Fargo, Shameless) dan vida a los padres de Joy (habiendo ya trabajado juntos en 1998 en Pleasantville).
Brie Larson, quien priorizó el trabajo de afianzamiento con Jack Tremblay, dijo sobre La habitación: “No entiendo el adjetivo ‘desgarradora’ con esta pelÃcula. A menos que ‘desgarradora’ signifique ‘hermosa’, yo no lo entiendo. Siento como que le da ese tono tranquilizante-extraño a la pelÃcula. Todo se reduce al vaso medio vacÃo o medio lleno. Se puede ver la pelÃcula y se centrarse en el secuestro, o se la puede ver como una historia de amor, libertad y perseverancia y lo que se siente crecer y convertirse en su propia persona.†AsÃ, la actriz da el puntapié inicial para pensar algunas ideas como el abismo que hay entre sentirse libre y serlo.
Otras pelÃculas que suceden en un mismo lugar sin posibilidad de salir de él son: El cubo (1997) de Vincenzo Natali, Enlace mortal (2002) de Joel Schumacher, Enterrado (2010) de Rodrigo Cortés; historias como El enigma de Gaspar Hauser (1974) de Werner Herzog, La manzana (1998) de Samira Makhmalbaf o la serie de televisión Unbreakable Kimmy Schmidt (2015), comparten este tópico y también el shock de enfrentar/descubrir el mundo.
La habitación es una de esas pelÃculas pequeñas, simples pero a la vez gigantes. Lo maravilloso de ella es que las mismas situaciones que para algunos son resueltas con una invaluable habilidad, para otros es lo que estuvo de más; y esos son los detalles que hacen jugosa a una cinta, los que despiertan esta especie de polémicas. Es una historia que a pesar de tratar un tema puntual abarca otro más universal: el de la conexión superior existente entre madre e hijo. Ese lazo, que puede debatirse si es natural o una construcción cultural pero que es imposible negar. Por eso hay identificación en los espectadores: ¿quién alguna vez ante el miedo no pidió por su mamá?
* Esta nota se publicó originariamente en la revista El Sur del mes de febrero de 2016.