La hija oscura: ¿Existen madres antinaturales?

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Texto publicado en Pícara*

Por Fatima Frechero, estudiante de la carrera de Comunicador/a Social.

La maternidad es un tema de debate cultural, social, político y económico que pone en el centro a la mujer y se da por sentado que la crianza de ese niñe tiene que seguir ciertos parámetros, que, por “instinto”, la madre ya lo debe saber. Y si la respuesta a este es un no, el dedo señalador patriarcal ya dictamina una sentencia: “Es una mala madre”.

Uno de los últimos títulos estrenados en la plataforma de Netflix, “La hija oscura” o “The Lost Daughter” relata la historia de Leda (Olivia Colman), una profesora de literatura que va a pasar su verano a Italia y se encuentra casualmente con una joven madre (Dakota Johnson), la cual va a despertar en ella ciertas emociones y reflexiones acerca de su propia experiencia con la maternidad. Esta producción es una ventana que visibiliza aquello que se considera como natural: “Las mujeres son madres por naturaleza”. Esta concepción predetermina las acciones que son consideradas como buenas o malas. Es decir, si una persona gestante desea ser mamá y no sigue aquellos determinantes socioculturales de lo que se “debe ser”, automáticamente es señalada de manera negativa.

Maggie Gyllenhaal, directora y guionista de la película, realiza un debut sublime en su primera producción. Con silencios incomodos y diálogos extraordinarios, “La hija oscura” se vuelve un drama atípico, el cual mantiene al espectador en una constante nube de incógnitas en torno a Leda, la protagonista: ¿Qué es lo que oculta? A lo largo de las dos horas del film, se va delimitando la comprensión de la trama, y el debate dicotómico sobre aquello que se considera como lo correcto o incorrecto se hace cada vez mayor. La directora basó su producción en la novela “The Lost Daughter” de Elena Ferrante. La película fue estrenada originalmente en el Festival Internacional de Cine de Venecia en septiembre de 2021 y en diciembre del mismo año se sumó a las listas de Netflix.

La maternidad será deseada o no será, decíamos en la lucha por el aborto legal, pero ahora agregamos un interrogante: ¿Qué pasa si el deseo está, pero la experiencia propia de maternar no es la esperable? ¿Ya somos malas madres? La sociedad actúa como si existiera un manual lineal de instrucciones y normas que las personas gestantes deben seguir, pero a su vez es contradictorio, porque esas instrucciones son consideradas como instintivas, naturales, “que nacen por arte de magia” en el momento de ser madre. Nadie te dice qué hacer, pero a su vez, juzgan todo accionar.

¿Qué pasa con la paternidad? Silencio. Las instrucciones sociales para el futuro padre son simplemente acompañar a la mamá, la cual debe saber que hacer. Pero si la norma no se cumple, el dictamen señalador no es el mismo que con la mujer. Se considera como posible una falla paternal, pero imperdonable e irreparable la maternal. ¿Sensaciones conocidas?

Las normas socioculturales impuestas en la maternidad son otro tanto de imposiciones que debemos des-naturalizar. La película brinda una perspectiva particular a partir de la cual nos invita a cuestionarnos ciertas ideas que tenemos implantadas de manera inconsciente (o no) y con ello deconstruir aquellos significados impuestos por concepciones patriarcales que cosifican a la mujer cada vez que tienen oportunidad. Estamos atravesados por historias, cada madre fue hija alguna vez y la crianza de cada ser es un aprendizaje diario. Las decisiones tomadas pueden o no ser un error. Exigimos la comprensión de tal aprender, la ruptura de las normas del deber ser y de los mitos que rondan acerca de la maternidad. La película es un gran ejemplo de ello.

 

Sobre la película:

Título: La Hija Oscura o The Lost Daughter en inglés.

Basada en: The Lost Daughter de Elena Ferrante.

Dirección y Guión: Maggie Gyllenhaal.

Producción: Maggie Gyllenhaal, Osnat Handelsman-Karen, Talia Kleinhendler, Charles Dorfman.

Reparto: Olivia Colman, Dakota Johnson, Ed Harris, Jessie Buckley, Peter Sarsgaard, etc.

Fotografía: Heléne Louvart.

Música: Dickon Hinchliffe.

 

 

 

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