Drama violento, en todos sus aspectos, que no es habitual en el cine nacional actual, sobre una familia disfuncional de clase media que empieza a degradarse…
La sangre brota. Argentina, Francia y Alemania 97 min. (2008) Dirección y guión: Pablo Fendrik. Género: Drama. Interpretación: Arturo Goetz (Arturo), Nahuel P. Biscayart (Leandro), Guillermo Arengo (Mc Enroe), Stella Galazzi (Irene), Susana Pampin (Marcela), Ailin Salas (Vanesa), Guadalupe Docampo (Romina). Producción: Juan Pablo Gugliotta. Música: Juan Ignacio Bouscayrol. FotografÃa: Julián ApezteguÃa. Montaje: Leandro Aste. Dirección artÃstica: Pablo Maestre.
La sangre brota es la violenta e intensa historia de una familia disfuncional de clase media que empieza a degradarse.  Imaginada como su ópera prima, y postergada por falta de financiamiento, Pablo Fendrik logra un drama violento, en todos sus aspectos, que no es habitual en el cine nacional actual. También hay amor adolescente, perversión sexual y otras miserias humanas.
Al igual que en El asaltante, Fendrik construye su segundo largometraje para que transcurra en un dÃa, en “tiempo realâ€, en Buenos Aires. Arturo es taxista (Arturo Goetz), Irene, profesora de bridge (Stella Gallazzi). Tienen dos hijos, sólo sabemos que uno está en el exterior y que desea volver, y el otro (Nahuel Pérez Biscayart) lo vemos  deambular por la calle acompañado por su novia (Guadalupe Docampo) y Vanesa (AilÃn Salas), una chica que conoce de una galerÃa.
El joven cineasta arrastra al guión y a los personajes hacÃa el abismo y el exceso. Los sigue bien de cerca, con ajustados movimientos de cámara y muchos primeros planos. Mantiene el mismo criterio de iluminación para cada una de las escenas y consigue un excelente tratamiento fotográfico (Julián ApezteguÃa) que nos remite a pelÃculas como la de los hermanos Dardenne, Scrorsese o Herzog. En cada plano se destaca  la potencia fÃsica de los actores que estructuran  y controlan, con sus acciones impulsivas, la narración.
Como espectadores,  nos enfrentamos al estampido de una situación que viene germinando desde hace mucho tiempo; y finalmente estalla. Fendrik prefiere mostrarnos sólo algunos detalles: ese momento dónde el  instinto aflora, y el ser humano se convierte en una bestia salvaje.
Los jóvenes de La Sangre Brota se expresan con torpeza, de manera directa y utilizan  referencias al sexo y las drogas continuamente.  Los mayores, por el contrario, cuidan sus posturas  y dejan entrever sus frágiles máscaras,  a punto de quebrarse.
Son muchas las pelÃculas argentinas  que trazan esta diferencia generacional, pero la mirada de Fendrik es inusual:   los jóvenes no saben muy bien dónde ir, y los adultos tampoco.
Un cine enérgico, espontaneo e intenso.