En este mundo no existe la muerte
Carta a un padre (Argentina-Francia/2014). Guión y dirección: Edgardo Cozarinsky. FotografÃa: Lisandro Negromanti. Edición: Eduardo López López. Sonido: Julia Huberman. Música: Chango Spasiuk. Duración: 65 minutos.
Por AnalÃa Casero
Edgardo Cozarinsky llegó a mi vida de manera casual, como supongo debe suceder con la mayorÃa de las cosas con las que uno se cruza, y a mà me gusta pensarlo asÃ. LeÃa una crÃtica de algún film y ahà estaba, citado por esto o por aquello, veÃa un titular de alguna revista cultural y ahà estaba también, nombrado por alguna cuestión. Tantas veces vi su apellido que quise indagar quién era ese hombre del que habÃa visto los últimos minutos de un film (La guerre d’un seul homme) por casualidad en Córdoba, hacÃa muchos años pero que, a pesar de permanecer en mà borroso y fragmentario, me habÃa dejado ganas de más. Asà fue como me decidà a comprar su primera novela: El rufián moldavo (del cual por esas cosas también casuales, conservo un ejemplar en francés); después de leerla, me propuse seguir conociéndolo y di con sus demás libros. De ese modo pude saber más de él (de ese hombre que una vez tuve a pocos metros y al que no me atrevà a hablarle, sólo a fotografiar de lejos); en sus escritos Cozarinsky se desnuda de manera sutil: sabemos que habla de sà mismo por más que no lo diga; nos enteramos de: su vida amorosa, sexual, su infancia, las calles que transitó, los personajes con los que se encontró, los libros que leyó, las pelÃculas que miró, a quien admiraba, lo que piensa. Su escritura es un torbellino de recuerdos y sensaciones ordenados según su propia lógica.
El universo cozarinskyano gira sobre sà mismo; sus pelÃculas están basadas en alguno de sus cuentos, sus libros tienen que ver con su cinematografÃa; es el mundo de la autorreferencialidad y nosotros, los que nos zambullimos en él, armamos las piezas.
Cozarinsky, que vive entre ParÃs y Buenos Aires, hizo de sà un objeto de culto viviente, reunir su filmografÃa es casi una tarea imposible, conseguir absolutamente todos sus libros también. Ha sido criticado por ser un autor de élite y quizás lo es, y ahà radica su maldición y su encanto. Ese hombre al que amo y odio por igual (por que nunca me respondió -y ahà me siento como la Julie de Julie & Julia).
Cozarinsky, cineasta de las rarezas, a veces se corre de la lÃnea y roza lo popular-multitudinario; tanto en Crepúsculo rojo y Ronda nocturna contó con actores renombrados (con Marisa Paredes en la primera y Gonzalo Heredia en la segunda).
Cozarinsky, que transita los primeros pasos de la tercera edad, como muchos en las mismas circunstancias, trata de cerrar los cabos sueltos de su vida en su última obra: Carta a un padre. PelÃcula que quizás nos ayude a entender por qué los mayores están anclados en la infancia/adolescencia y por qué hay espacios donde la muerte no existe. Por esto también, es probable que sea un relato lleno de preguntas (propias, atadas a su vida personal y otras que la exceden, que nos abarcan a todos: “¿Por qué conservamos cosas destinadas a desaparecer?â€); y como dice el director en su film: “acaso el detective sólo acabe por descubrir algo sobre sà mismoâ€.
Carta a un padre, tiene una economÃa de recursos como pocas (se disfruta de la sombra del director, de un único tema musical interpretado por el Chango Spasiuk, de las fotos, de las manos).
Carta a un padre, es una cinta, como no podÃa ser de otra forma, llena de pequeñas grandes historias (como la del seppuku o la de las piedritas sobre las tumbas) que están al pie de la Historia con mayúscula. Puede leerse también ella misma como una misiva, como una carta dentro de otra.
El estreno de Carta a un padre en nuestra ciudad es un hecho único, ya que debe ser la primera vez que se proyecta una pelÃcula de Cozarinsky de esta forma, por eso celebrémoslo y vayamos a verla.