Una historia personal cinéfila

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El desprecio Godard

Por Juan Andrés Salinero

Cuando era adolescente me costaba mucho ver películas. A  mis padres no le sobraba el dinero y yo no podía recaudar demasiado. Miraba la revistita del cable y marcaba las películas de grandes directores. Juntaba las moneditas para llegar a los $3 que costaba el alquiler del VHS, pero lo que sí podía hacer y más gusto me daba, era ir a el Teatrino (que en un principio era gratis y luego fue en progresivo aumento), donde había una pantalla grande y un viejo proyector donde se pasaban desde grandes clásicos hasta ciclos modernos.

Hubo también un suceso sensacional durante unos meses del año 2003, por un convenio con la Federación universitaria, los cines costaban $ 1, 25 los días jueves. Allí aproveché para ver algo de lo poco que ofrecía el cine comercial.

Siempre ser cinéfilo tiene complicaciones: los costos, el tiempo, el traslado, los bodrios, etc. Luego vino internet y de alguna forma todo se hizo más sencillo.  Pero lo que quiero rescatar son algunas de las vicisitudes de esa trayectoria.

El cineclubismo, tiene una extensa trayectoria en esta ciudad y en la provincia de Córdoba en general. Leyendo una biografía de Osvaldo Soriano, dice que él tenía un cineclub en nuestra ciudad. El Teatrino de la Trapalanda es fundamental para pensar lo que significa la cinefilia en Río Cuarto;  nos ha formado más o menos a quienes hoy tenemos entre 28 y 40 años. Este  lugar resistió todos los embates de los cierres de los cines durante las décadas del 90 y el 2000, así como el pequeño cineclub  fundado por  Miguel Boitier, que traía películas de su cátedra de Sociología y Educación, que agrupaba a un lindo grupo de trabajo conformado principalmente por gente de la universidad local.

En el año 2011, se abrió un nuevo espacio llamado las “Edusalas”, donde pocos meses antes funcionaban los “Cine Plaza”, bajo la programación de Gastón Molayoli, se abrió un lugar parecido a cualquier cineclub o cinemateca internacional. En él se mezclaban ciclos de directores clásicos y modernos, rarezas, diferentes géneros, etc. Luego ese espacio también cerró, abriéndose el Centro Cultural Leonardo Favio, con Molayoli también como programador principal. Este tiene una programación diversa (Cineclub Al Filo, programado grupalmente y Cine por la Diversidad, programado por Marcos Altamirano) y cubre necesidades de un público cinéfilo bastante amplio. En esta época la entrada sale unos 20 pesos, un precio módico para los tiempos que corren (las entradas del cine comercial están en 75 pesos)

Algunos interrogantes

¿Es posible la cinefilia hoy, en una ciudad como esta? La respuesta que puedo esbozar es que no. La cinefilia que existió desde los 60 y hasta los 90 mutó completamente. Gracias a Dios que internet no se popularizó hasta fines de la década pasada, ya que no hubiera terminado de estudiar, ni tendría demasiadas relaciones sociales, me la hubiera pasado viendo películas tirado en la cama e imagino a mi madre intentando que salga de mi pieza.

Hoy por hoy existe más que una nueva cinefilia, gente que mira muchas cosas diversas: películas, series, mini series, videos con diferentes contenidos en You Tube, etc. Siento que a estas personas no le interesa que la experiencia visual sea comunitaria y mucho menos en pantalla grande. Por eso no concurren al cine. Como antes decía, las películas que pasaban en el Teatrino yo no las podía conseguir, hoy no es muy difícil acceder a películas en buena calidad con tres clik. Este abarrotamiento de imágenes, hace, primero, a la dispersión total de la cinefilia y que la gigantesca oferta impida la elección, es decir, tener todo el catálogo a disposición hace que no exista un criterio de calidad.

Las antiguas cinematecas hacen esto, repasar los grandes directores y ofrecer las nuevas tendencias y experimentos visuales. Hoy por hoy, tengo la sensación que a nadie le interesa estas cosas. Hay pocos espectadores en las cinematecas, poca gente que se anime a una experiencia radicalmente distinta a lo conocido. La gente no aprovecha lo bueno. Si hay un dios llamado Hitchcock, llamará a los espectadores a llenar las salas nuevamente. Que así sea.

Cine de otra Época

En el mes de junio hay una novedad inaudita: se estrena una película de Godard (tal vez sea la primera vez en la historia que se estrene una película de este autor, en nuestra ciudad). Recuerdo haber preguntado en público a un conocido programador: ¿hasta cuándo vamos a seguir esperando a Godard? Los deseos se hicieron realidad, a los pocos meses (o años, no recuerdo) en ese espacio pasaron la recién salida a DVD: “Nuestra música” y al tiempo “El desprecio”. Si la memoria no se me va, en estos últimos 15 años fueron las dos películas únicas del realizador francés se proyectaron en pantalla grande (recuerdo que los otros films los vi en un viejo ciclo de Europa-Europa). Las dificultades de esa época me hacen valorar exponencialmente el estreno de “Adiós al Lenguaje” en el Centro Cultural Leonardo Favio. Para quienes amamos el cine, esta noticia es para brindar con champagne. Si el público acompaña, la fiesta estará completa y el cine sobrevivirá muchos años más.

 

2 COMENTARIOS

  1. Qué buen comentario, Juan. Yo también estoy un poco descorazonada por la poca participación del público en los cineclubs locales…O sea, más allá de las nuevas formas de ver y acceder a las películas, creo que hay un problema acá, en esta ciudad, ya que el cineclub Hugo del Carril , particularmente, y el Cine teatro Córdoba, ambos en la Docta, gozan de muy buena salud! (Por no hablar de la Lugones, en (es verdad, incomparable) Buenos Aires.
    Pero volviendo a estas pampas del sur, y para agregar algún eslabón más a tu historia de los cineclubes, me gustaría mencionar el ciclo del Cine Avenida (en las 5 esquinas, donde ahora hay una regalería/bazar))(¿habrá sido por los 70 y pico?) en el que pasaban de a dos ¡excelentes todas! Y éramos unos cuantos entusiastas a congregarnos una vez por semana; tan entusiastas que soportábamos estoicamente las bajas temperaturas ¡interiores! (nos llevábamos mantitas y frazadas para taparnos) ¡Época de pioneros,podría decirse,jaja!!
    Después, no sé muy bien porqué, pasamos con el ciclo al cine Rex (que era hermoso, uno de los más nuevos que se construyó, antes del Alvear Cinema ) adonde ahora funciona un bowling, Londres. Ahí fue como pasar la primer mundo..,.pero no duró demasiado.
    Bueno, gracias por recordar todo esto (así como el ciclo de Cine y Universidad, de cuyo equipo formé parte) capaz podrías escribir la historia (más grande jamás contada) de los cine clubes en Río Cuarto, a modo de testimonio de los viejos buenos tiempos y porqué no, como semillita de los nuevos buenos por venir.

  2. María, excelente el comentario. Creo que es necesario escribir una historia del cineclubismo en Río Cuarto. Deberíamos comenzar a escribir artículos sobre cada cineclub. Contá conmigo. Saludos

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